Loor by Luis García-Rey

Loor by Luis García-Rey

autor:Luis García-Rey [García-Rey, Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2024-03-20T00:00:00+00:00


23

—Nos vemos esta noche, Laura. No te vayas a olvidar.

—Cada vez que dices mi nombre me preocupo de veras.

—Pues no te preocupes, pero, sobre todo, no te olvides de que hemos quedado.

—No me olvido, no. No tengo tantas citas pendientes con hombres apuestos.

—Apuesto a que tienes cola de chavales jóvenes esperando su oportunidad.

—Un juego de palabras más y me busco a uno de veinticuatro que me empotre.

Axel sonrió y se despidió justo antes de entrar en la cafetería americana en la que llevaban más de un cuarto de hora esperándole.

—Me pondré crema antiarrugas. Nos vemos a las nueve. Te mando más tarde la ubicación.

Axel se guardó el teléfono en el bolsillo y dejó que fuese el inspector Nash quien escudriñase a la fauna urbana que copaba las mesas altas del antro yanqui en el que sus ojos estaban sufriendo un ictus visual.

Gafas de pasta y barba de leñador a la izquierda; camisa de manga corta abierta y piercing en el ombligo a la derecha; gafas de sol oscuras en interiores al frente; mullet y tatuaje de letra china en el cuello a la espalda… Le estaba resultando muy complicado elegir hacia dónde tirar. Necesitaba alejarse de tanto estereotipo, no le gustaban los castings de estupidez. Contenía un impulso irrefrenable de sacar las esposas e irse de allí acompañado cuando, al fondo del local, sentada en un taburete marrón, consultando su teléfono mientras apuraba un té matcha verde, localizó a la chica con la que se había citado y que, afortunadamente, no parecía preocupada del reloj.

—Buenos días, siento llegar tarde. —Axel tendió una mano firme que fue correspondida con una mano suave y desnuda, con uñas sin esmalte—. Soy Axel, como ya habrás imaginado.

—Hola, Axel. —La chica guardó su teléfono y retiró un bolso pequeño negro a juego con sus ojos—. He escogido esta mesa. Está un poco más retirada y sé que me voy a sentir un poco más cómoda para poder contarte todo lo que necesites saber. Espero que no te importe.

Dios, me sangran los oídos. Esta tía tiene voz de rata envenenada.

—Por mí, está bien. No he venido aquí a hacer amigos y, al ver a esta gente, tampoco creo que me resultase demasiado fácil encontrar a alguien normal con quien relacionarme.

Axel paseó la mirada por el local por segunda vez y se acercó al mostrador para que le preparasen un latte extra large, que era el primero del día.

Al regresar, comprobó que su acompañante no llegaba con los pies al suelo, que vestía como se supone que debe vestir una chica de familia acomodada sin demasiado interés por la moda ni por Instagram. Ni rastro de pendientes, complementos o maquillaje. Pelo por encima del hombro, sonrisa apagada, piel blanca y un sobrepeso tan insignificante que jamás haría protestar a una báscula. Pura discreción. O tal vez había venido desnuda, sin ornamentos, porque su confesión la iba a dejar en mal lugar y quería evitar cualquier ayuda extra. Como hacen los acusados en un juicio.

Solo hay una forma de saberlo.



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